La principal razón por la que alguna vez decidimos poner en nuestras vidas una mascota es porque esperamos de ella que nos acompañe y se relacione con nosotros como sólo saben hacerlo los animales, que nunca esperan nada a cambio. Son parte de nuestras vidas y son seres a los que les queremos y necesitamos y a los que integramos plenamente en la familia. Y, sin duda alguna, nuestros amigos los perros, por razones puramente naturales y fisiológicas, tienen una vida mucho más corta que la nuesta y se van de nuestro lado demasiado pronto.
Este libro no pretende ser la panacea que todo lo cure, pero quizá sea el instrumento que ayude a comprender esa pérdida y, después, a aprender a aceptar la ausencia física de ese amigo. Puede ayudar al lector a comprender que no está solo. Y tal vez así el lector encuentre el camino para aceptar lo que, tristemente, es inevitable y comprenda mejor por qué ocurre.