Proust decía que todas las novelas de Dostoievski pudieron titularse Crimen y castigo. Efectivamente, la obra entera del gran escritor ruso gira alrededor de dos ideas fundamentales: la transgresión de las leyes morales y sociales, basada en el supuesto de la libertad humana, y el sometimiento posterior e inevitable a dichas leyes, dramática consecuencia de la negación de esa misma libertad. Desde sus primeros transgresores hasta los parricidas de Los hermanos Karamazov, Fedor Mijailovich describe paso a paso la parábola del crimen, identificado en todas sus manifestaciones con la autodestrucción, y del castigo, o reconocimiento del error de “haber osado”, asumido hasta sus últimas consecuencias de humillación y dolor. Sin embargo, es en la presente narración donde este ciclo de osadía y arrepentimiento se expresa en su más perfecta forma. Crimen y castigo tiene muy pocos rivales en la novelística mundial, y aun se ha juzgado aquí al arte de Dostoievski como superior al de un Henry James.